 La operación Jaque que llevó a la
libertad a Ingrid Betancourt ha dado mucho de sí. La prensa ha devorado gustosa
el cúmulo de experiencias , la radio y la televisión han dedicado minutos
valiosísimos en ahondar los detalles del
rescate y luego las experiencias vividas por los rehenes en la selva colombiana;
se abrieron foros de opinión y como es costumbre entre nosotros, surgió la idea
de darle la presidencia a la señora Betancourt, su imagen subió en las
encuestas de popularidad como la espuma y como tal se desvanecerá, porque la
experiencia, si sirviera de algo, debería llevarnos a la reflexión, debemos
debe pensar con calma sobre los objetivos a lograr en materia política, terreno
minado de intereses económicos en los que hace falta mucho más que buena
voluntad para solventarlos con éxito. El país no necesita que la virgencita se
reúna con el gerente del Banco Mundial para conseguir inversión, no debemos esperar el milagro del desarrollo y
el progreso, tenemos que trabajarlo día a día y todos los días, no puede ser un
aventón ocasional, hay que ser constante en políticas de desarrollo sostenido y
proyectado al futuro, se requiere mucho más que la ayuda divina, pues Dios, ya
ha probado no ser un gobernante justo. Además, aunque a muchos nos de un poco
de repelus, hay que ser negociador, ladino, oportuno, debe poseer un carácter
fuerte y convincente que imponga un cierto orden y eso no se consigue con
buenas intenciones, ni siquiera las de la señora Betancourt. Por eso, después
de todo lo que hemos vivido, creo que es momento de pensar con calma a quien
vamos a elegir, a quien vamos a entregar el desarrollo del país y el progreso
de nuestras gentes, dejemos que nuestros héroes lo sean en su terreno, los
artistas, los médicos, los periodistas, los escritores, los cantantes,
deportistas, que con su trabajo, han
conseguido el éxito que los ha elevado a la categoría de héroes, porque jamás
serán buenos políticos.
Selvática
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