Infierno

            Estás muy sexy esta noche, nunca te había visto así, y eso que llevamos tiempo conociéndonos.

 Ante tal insinuación Doña Cuaresma cayó rendida a los encantos zalameros de D. Carnal, decidió que a partir de aquel momento se desmelenaría ella también. Con un suave beso en los labios, le dejó sentado en su jergón puritano. D. Carnal se consumía entre el calor producido por sus propios fluidos y su aún más ardiente imaginación.

            Fueron los 20 minutos más infames que pasó en su vida, pero mereció la pena. Una renovada Cuaresma, mostró sus encantos con un vicio jamás imaginado por Carnal, su escasísimo vestuario, aún dejaba muchas cosas a la imaginación. Se acercó con toda la sensualidad imaginable de una hembra a la que le ha sido prohibido durante mucho tiempo el goce. El infernal baile de seducción estuvo a punto de hacer desmayar a D. Carnal, que fiel a sus principios, aguantó como pudo la sexual danza de una mujer hasta ahora recatada y púdica.

            El combate fue a vida total, ninguno de los dos dejó gota de sus jugos por verter en el otro. Tras un breve descanso, Doña Cuaresma, jadeando dijo:

Primera y última vez que me pierdo las esencias del amor, a partir de hoy, los meapilas deberán buscarse otra tonta. Yo ya no puedo parar.

            Desde aquel entonces, la primavera es contínua y pertinaz en las tierras humanas.

Jimul