
Me he hecho amigo de un irlandés que se llama Harry. Harry lleva dos años
viviendo en la costa granadina y hace todo lo posible por aprender español.
Entra a trapo en casi todas las conversaciones en las que le dejan intervenir y
dice que lo lleva bien, pero que le cuesta mucho entendernos a los granadinos:
bien porque nos comemos la mitad de las palabras o bien porque utilizamos la
palabra 'polla' en multitud de expresiones que él no llega a entender.
Yo me he propuesto ayudarle y darle unas cuantas lecciones. Mira Harry, le dije
el otro día, en primer lugar tienes que saber la procedencia del que utiliza
esa palabra malsonante. Tanto la tenemos en la boca -la palabra, me refiero-
que se ha convertirse en nuestra muletilla favorita, introducida ya en nuestro
acervo popular. Así que, por ejemplo:
Si oyes en la playa que alguien dice «Se pué saber aónde pollas habéis dejao el
'Marca'?», puedes decir, tate, ese es de Graná. Sin embargo, si hay uno que
emplea la conjunción 'ni' antes de la palabra en cuestión, ese, sin duda, es de
Jaén. Ejemplo: «¿Os venís al chiringuito ni pollas?».
A veces, Harry, la traducción literal no significa lo que el hablante quiere
expresar. Así si alguien te dice «me vas a comer la polla!», no significa que
te esté pidiendo relaciones sexuales, sino que lo tienes harto y que lo que
acabas de decir no es de su gusto.
Tienes que tener cuidado Harry, que con el verbo 'tocar' dependerá del tiempo
en que esté conjugado para tener acepciones diferentes. Así el presente indica
molestia o hastío (me toca la polla), el reflexivo significa vagancia (se
tocaba la polla), pero el imperativo significa que lo que acabas de decir es
una tontería (¡tócate la polla!).
Lo mismo sirve en una apuesta («Si no gana el Madrí esta noche me corto la
polla»), que en una amenaza a alguien («Como no me pagues lo que me debes te
corto la polla»). Claro que eso no significa que eso se vaya a llevar a cabo
porque si no todos los granadinos estaríamos ahora mismo sin nuestro órgano más
preciado.
Asimismo, cuando va precedida de una entonación de desidia o dejadez, significa
que lo que se ha oído es algo que no merece explicación (¡Cuidao con la
polla..!).
Por otro lado, Harry, depende del artículo con el que va precedida puede
igualmente significar una cosa u otra. Si por ejemplo dices «¡Y una polla!»,
significa que rotundamente no estás de acuerdo con algo. Pero si dices «¡Y la
polla.!», es que vas a hacer algo a regañadientes. Cuando lo estás haciendo y estás
ya harto, es fácil que digas: «Estoy hasta la polla» Cuando alguien se quiere
negar con rotundidad a hacer algo es frecuente que exclame: «No me sale de la
polla».
También tiene
connotaciones de desprecio: «Me importa una polla» ó «me suda la polla», según
sea verano o invierno. Entre admiraciones tiene un significado valorativo, bien
porque te ha gustado mucho una cosa (¡es la polla!) o bien porque no te ha
gustado al haber un desbarajuste tremendo («¡esto es la polla!»).
Si te estás bañando y preguntas cómo está el agua, uno que no sea de por aquí
puede decir que está buena o de puta madre, pero nosotros decimos: «De pollas».
Si la palabra
va condimentada con ácido acético, significa que algo carece de valor, no tiene
importancia o tú no se la quieres reconocer: «Esto son pollas en vinagre».
Y si alguien que se está comiendo una espeto coge una sardina y dice «esta
es 'pa' mi polla», no quiere decir que se la vaya a echar a su pene, sino que
se la va a comer él.
Y cuando hay uno que se cree muy listo o superior en cualquier competición o
deporte, suele decir con cierta ufanía: «¡Soy la polla!»
Si oyes, Harry, que alguien dice de otro que «tiene una polla que se la pisa»,
no significa que tenga el miembro viril muy largo, sino que esa persona es muy
lenta, muy vaga o tiene mucha pachorra.
Igualmente si va por delante con el sufijo 'a' puede tener una acepción muy
distinta. Así se dice 'apollardao' cuando se piensa que una persona está en la
inopia o no se entera de nada.
Por otra parte, Harry, 'polla' es una palabra que en plural y dicha
reiteradamente en una única frase se puede sustituir por cualquier otra en un
contexto sin que se altere el resultado final del discurso que se quiere dar.
(Aquí le conté a Harry la anécdota de un antiguo alcalde de Motril que cuando
se enteró de que su equipo de gobierno estaba conspirando contra él en un
asunto importante, los llamó a todos y les dijo: «Mirad, me he enterado que estáis de pollas, dejaros de pollas vayamos a pollas». No tuvo que
decir más, todo el mundo entendió de lo que estaba hablando y el mensaje final.
También le dije a Harry que es frecuente esa reiteración de la palabra para
reafimar un malestar. Y le conté lo de ese granadino que cuando le pararon en
la aduana para registrarle por si llevaba droga, muy cabreado dijo: ¡Qué
pollas, de pollas ni pollas!)
Mi amigo Harry espera con estas lecciones mías y una buena dosis de
paciencia ir enterándose poco a poco de todos los significados de nuestra
palabra y muletilla preferida. -Es muy fácil, ya lo verás. Esto lo aprendes
tú con la polla floja -le dije.
A.S.I
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