
Soñó que todo el mundo le quería y respetaba. Imaginó que dirigía su vida. Pensó en Ser alguien de provecho. Ideó un plan para triunfar. Quiso ser rey… Sus ojos se abrieron y no vieron planes, ni sueños: nada de nada. Simplemente no veía, sus músculos no respondían, y su cerebro no pensaba. Una sensación de frío recorría su cuerpo, la Paz le había llegado por fin, envuelta en un rígido protocolo ante la mirada atónita de propios y extraños. Su espíritu no pudo reprimir un "Mierda, ahora que todo lo tenía bien atado". Y una losa cayó sobre el cuerpo, sepultando su vida para toda la eternidad, al tiempo que el himno del Imperio le susurraba sus últimos acordes.
(Jimul)
Nota: Este microrrelato no entra en concurso. Es una decisión de la Dirección del Infierno.
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